Tragedia de armero
domingo, 7 de abril de 2019
Omaira Sanchez victima de la tragedia
Omayra Sánchez Garzón (Colombia, 28 de agosto de 1972 - Armero, Tolima, Colombia, 16 de noviembre de 1985) fue una niña colombiana de 13 años que murió en Armero víctima de la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985. Adquirió reconocimiento mundial al estar tres días atrapada entre el lodo y restos de su propia casa, mientras las cámaras de televisión transmitían incesantemente sus últimas horas de vida. En el sitio donde padeció su agonía un cartel de la Fundación Armando Armero, que forma parte del Centro de Interpretación de la Memoria y la Tragedia de Armero, cuenta su historia.
Después de que un lahar demoliese su casa, Omayra quedó atrapada bajo los escombros, permaneciendo en medio del lodo durante tres días. Su valentía y dignidad conmovió a los periodistas y socorristas, quienes pusieron gran empeño en reconfortarla. Después de 60 horas de lucha, murió, probablemente como resultado de la gangrena o hipotermia. Su muerte puso de relieve la incapacidad de los funcionarios para responder correctamente a la amenaza del volcán, en contraste con los esfuerzos de los voluntarios de rescate y los trabajadores por llegar y atender a las víctimas atrapadas, a pesar de los inadecuados suministros y equipos.
Una fotografía de Omayra tomada por el periodista Frank Fournier poco antes de su muerte fue publicada en medios de prensa de todo el mundo. Posteriormente la foto fue designada como foto del año (World Press Photo of the Year) de 1986. Omayra se ha mantenido como una figura en la cultura popular, recordada a través de la música, la literatura y artículos conmemorativos.
Una tragedia colombiana
13 nov. CI.- Armero es sin duda uno de los acontecimientos más trágicos e impactantes que marcaron la historia de Colombia. El 13 de Noviembre de 1985, el volcán nevado del Ruiz hizo erupción a las 11:30 p.m. y sepultó la población de Armero, cubriendo el 85 % del municipio; sólo una décima parte de sus habitantes logró sobrevivir a la tragedia en la cual murieron más de 25000 personas. 20611 fueron damnificados y heridos.
Tras aquella tragedia, los sobrevivientes entre lágrimas, sufrimiento y dolor lucharon con la esperanza de encontrar a sus seres queridos, de ser escuchados y respaldados. Sin embargo, la ayuda humanitaria no fue suficiente, los programas de reubicación nunca tuvieron el cubrimiento ni la efectividad esperada.
Exactamente, una semana después de la toma del Palacio de Justicia, la tragedia en la población tolimense de Armero quedó grabada en los corazones de quienes vivieron, conocieron y sufrieron el padecimiento de estas miles de personas.
La tragedia de Armero, fue útil al Estado Colombiano porque literalmente sirvió para echarle barro y escombros a los hechos del Palacio de Justicia. Aún, vive la imagen de Omaira Sánchez, niña de tan solo 13 años, víctima y símbolo de la tragedia, quien murió frente a las cámaras, rodeada de socorristas y periodistas esperando una motobomba que nunca llegó. El 16 de noviembre murió por una gangrena gaseosa, con la ilusión de volver a estudiar. “¡Mamá! ¿Si me escuchas? Yo creo que sí, reza para que yo pueda caminar y esta gente me ayude…Mami te quiere mucho mi papi, mi hermano y yo. Adiós madre”.
La explosión del Nevado del Ruiz, produjo un enorme deshielo que incrementó las aguas, el lodo y una avalancha de casi 45 metros. Dicha tragedia afectó las poblaciones de Guarinocito, Guayabal, Honda, Lérida, Líbano, Mariquita, Murillo, Santuario, Santa Isabel, Chinchina y sobre todo Armero que llevò la peor parte y desapareció del mapa. La tragedia es recordada como un hecho que pudo ser prevenido, como la crónica de una muerte anunciada. Sin embargo, ocurrió a pesar de que los hechos al igual que lo del Palacio, eran de conocimiento de las autoridades.
Los esfuerzos de socorro fueron coordinados desde Ibagué y Bogotá para Armero, y desde Cali para Chinchiná, lugares en donde se concentraron los equipos médicos. Las víctimas restantes fueron dirigidas a hospitales en Ibagué, ya que los ubicados en la región habían sido destruidos o se encontraban en riesgo de quedar sepultados. La falta de preparación frente a un rescate contribuyó al alto número de víctimas, la negligencia estatal y la ineptitud frente a la tragedia fue motivo de críticas a nivel mundial.
En 1986, Armero fue declarado Campo Santo durante la visita del papa Juan Pablo II en compañía del presidente Belisario Betancourt.
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